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MIROFORE

"Muy temprano el domingo en la mañana, las mujeres fueron al sepulcro. Llevaban las especias aromáticas que habían preparado"

Lc 24, 1

Las miroforas van hacia la tumba para ungir el cuerpo del difunto. Los muertos se buscan en el cementerio. Si seguimos la tradición que identifica a María Magdalena que va al sepulcro con la pecadora que unge los pies de Cristo, se abre delante de nosotros aun otra perspectiva del misterio de la muerte. El gesto que María ha hecho a los pies de Cristo era ya una unción para la sepultura. El amor va mas allá de la tumba.

El gesto de amor que María hace sobre el cuerpo de Cristo, ungiendo sus pies en la total y transformante acogida de Cristo acompaña este cuerpo mortal de la humanidad adamitica en la resurrección. María unge el cuerpo de Cristo con la ternura de un amor nuevo que ella recibe precisamente de Cristo, que la recibe y la considera ya un germen nuevo. En el momento de la unción, María, inclinada sobre el cuerpo de Cristo, se adhiere con este amor nuevo, purificado, a su misma humanidad que desde Cristo y en Cristo está impregnada de la filiación, y ella se descubre hija y hermana.

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Delante a la tumba vacía, María de nuevo a los pies de Cristo oye sus palabras: “Subo a mi Padre y vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios” (Jn 20, 17).

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