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EL BUEN PASTOR
"Yo soy el buen pastor"
Jn 10, 11
El Papa Francisco como Pastor con frecuencia habla de que el Pastor debe tener olor de oveja. Hay una foto en que aparece Papa Francisco con una oveja sobre los hombros. “la misericordia es la cercanía de Dios”. Dogmáticamente, misericordia es “aquella dimensión de Dios que nosotros, hombres, leemos como aquella que logra superar la distancia entre el Dios vivo y el pecador que es el hombre muerto”.
El hombre no puede regresar. No puede, porque sería necesario superar la muerte, el pecado. Pero Dios sí. Dios en su Hijo ha cubierto esta distancia.
Un himno de la Iglesia maronita, del Sábado Santo, retoma un bellísimo himno de San Efrén el sirio, donde se dice que el Pastor santo ha descendido, se ha humillado, se ha hecho hombre, Hijo de Dios; luego ha ascendido a la Cruz para poder ver más lejos, donde está la oveja perdida. Y descubrió que se había convertido en polvo, que había muerto. Entonces Él entró en la muerte para encontrar al hombre muerto. Es muy bonito porque describe cómo lo ha despertado (al hombre) y le ha dado una vida nueva, diversa, mejor. Se lo puso sobre los hombros, como la oveja, y lo llevó al Padre para hacer la fiesta. Es una imagen muy bella: Cristo que se carga sobre los hombros a la humanidad muerta, pecadora.
La misericordia como el acto de “verse a sí mismo y a los demás con la mirada de Dios”, y recordó que “Él tiene otra mirada a la nuestra. Nosotros podemos ser muy severos, duros, o permisivos con nosotros mismos. Y un día todo se viene abajo. Mientras que es muy hermoso ver la propia vida, toda ella abrazada por una mirada de Dios.
El Buen Pastor es quien aparece en la entrada de ésta nueva capilla penitencial, porque es el lugar en el que el cristiano tiene un encuentro con la misericordia. Jesus, el buen pastor lleva sobre sus hombros a la oveja perdida de la parábola (Lc 15, 1-7), a la oveja que se había perdido (a la humanidad perdida) y la trae sobre sus hombros y la mira con amor. La conduce a la luz, hacia fuentes tranquilas. Para reparar sus fuerzas (Sal 22). La reporta de las tinieblas a la luz.